viernes, 24 de octubre de 2008

Una Verdad Incómoda.


"Una verdad incómoda" es ciertamente una película poco apropiada para el gobierno americano y para las conciencias ecológicas adormecidas o contentas con el simple reciclaje doméstico. Davis Guggenheim sigue a Al Gore, quien fuera vicepresidente de Estados Unidos durante el mandato de Clinton, en la serie de conferencias en que esta figura pública se ha metido para advertir al mundo del significado real del calentamiento global a través de cifras, estudios científicos y una gran maquinaria audiovisual para trasmitir el sentido del espectáculo inherente a la cultura americana. Los más críticos con la película podrán argumentar en su contra que es demasiado personalista y que Gore da la sensación de ser un tipo engreído con aspiraciones mesiánicas, o que el humor que se introduce en la película y algunos comentarios suenan infantiles, o que todo el ejercicio es una diatriba resentida en contra del actual presidente de Estados Unidos George W. Bush. Es cierto que algo de esto hay en la película, pero el valor de este film necesario debe ser recibido a pesar de estos fallos menores que de todos modos pueden justificarse. "Una verdad incómoda" es un documental demoledor cuyo objetivo primero es desvelar en cifras concretas los efectos del calentamiento global y golpear a los escépticos en esta cuestión con un puñado de datos innegables y muy bien presentados. De alguna manera Guggenheim no niega que su película es algo personalista, centrada en la carrera de Gore, y en ocasiones filtrada por el punto de vista del ex-vicepresidente. Pero pretender lo contrario sería absurdo, porque Gore es consciente de que es su talla pública y su fama como político lo que permite que la gente acuda a sus conferencias y vaya a ver la película. Si no hubiese críticas contra Bush daría la sensación de que se nos estaba escamoteando algo, y de todos modos el actual inquilino de la Casa Blanca es el líder del país más contaminante del planeta y quien no ratificó el protocolo de Kyoto con el que Clinton se comprometió. Incluso los que tienen conciencia sobre la importancia del tema deberían ver la película: ganarán seguridad y conocimiento para alertar a otros sobre la catástrofe que ya estamos viviendo, y que Gore ilustra no sólo con el Katrina sino también con las sequías en Darfur. Aunque el público al que se dirige sea esencialmente americano, algo que el filme tampoco disimula, nos debemos a nosotros mismos enfrentarnos a esta "Verdad incómoda".

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